
“Según cuenta una vieja historia, un noble de la antigua China preguntó una vez a su médico, que pertenecía a una familia de sanadores, cuál de ellos era el mejor en el arte de curar.
El médico, cuya reputación era tal que su nombre llegó a convertirse en sinónimo de “ciencia médica” en China, respondió:
“Mi hermano mayor puede ver el espíritu de la enfermedad y eliminarlo antes de que cobre forma, de manera que su reputación no alcanza más allá de la puerta de casa.
“El segundo de mis hermanos cura la enfermedad cuando todavía es muy leve, así que su nombre no es conocido más allá del vecindario.
“En cuanto a mí, perforo venas, receto pociones y hago masajes de piel, de manera que, de vez en cuando, mi nombre llega a los oídos de los nobles”.
Por qué esta historia
En muchas ocasiones, cuando quiero remarcar el carácter preventivo, e incluso el énfasis sobre el bienestar de la Medicina Tradicional China, cuento esta historia.
El Masaje Facial Japonés tiene su raíz en la Medicina Tradicional China. No contempla la belleza como un enmascaramiento, sino como un reflejo del equilibrio interno de la persona. En ese sentido, la belleza es más bien una continuidad de algo muy frágil: sentirse bien.
Sentirse bien
A modo de anécdota, te diré que en muchas ocasiones he preguntado a quien venía a recibir masajes si sufría de algún tipo de dolor (por lo general de cabeza o cuello). La primera respuesta era que no, aunque con frecuencia, luego se rectificaban: «bueno, lo normal».
¿Es normal que nos duela algo? Cuando algo se hace frecuente, lo tomamos como normal, de ahí esa respuesta, ignorando que el dolor es una manera que tiene el cuerpo de decirnos que hay algo que no está bien.
Con frecuencia esos dolores son solo por malas posturas, repetición de movimientos (no necesariamente forzados)
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