Un raro método de relajación
Introducción
El día 1 fue el concierto. Por la mañana el ensayo.
Comenzó con las dos romanzas para violín y orquesta de Beethoven, con Claudia Sansón al violín, (elogios a su forma de tocar)
Luego la primera sinfonía de Beethoven.
Y reparé en varias cosas:
Mi mente estaba focalizada sin esfuerzo: la música te atrapa.
Melodía que te relaja
La suave melodía, junto a la armonía de la orquesta en diálogo con el violín me hacía sentir bien; e, incluso, desaparecer la conciencia de donde estaba.
Y otra cosa en la que reparé es que no tenía que hacer nada más: estaba esperando a que le tocara el momento de ensayar del coro, y tener que levantarme.
Siempre he pensado que la posibilidad de escuchar música en cualquier lugar y en cualquier momento es maravillosa. Pero tiene un lado malo: la banalización de la música.
Cuando no había reproductores, ni radios, la música era un fenómeno casi litúrgico. Era un oasis, un momento tan excepcional… Pero eso se ha perdido. Llevas en tu bolsillo todas las sinfonías de la historia de la humanidad, toda la música del mundo. No es que lleves toda la discografía de tal o cual grupo, si está grabado, está accesible en tu bolsillo. Y, aunque puedas tardar un poco buscando, la puedes escuchar.
Sin embargo, aún hay unos locos que aún pagan por ir a un espacio común y ponerse a escuchar una música que va directamente de los instrumentos o la voz, a los oídos.
No te voy a decir que vayas a escuchar lo que no te guste, porque no es eso.
Y, en fin, de estas cosas te hablo en el podcast de hoy. Reconozco que tal vez sea el más caótico, improvisado y subjetivo de todos. Aunque seguramente de esta guisa habrá más.
Pese a ello, espero que te guste.
¿Me lo dices?
Por cierto, que te he hablado del programa sobre la música, al que puedes ir desde aquí.
Y el otro, sobre la calma, aquí.
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