La relajación
Introducción
El otro día, en una charla con varias personas, salió el tema de la relajación. Todos convenían en que era algo muy importante, dado el ritmo de vida que llevamos. En un momento dado, desconecté de la conversación, hubo algo que empezó a darme vueltas por la cabeza. Hasta que lo planteé:
Es curioso, dije, que durante años la humanidad ha ido fabricando cosas e inventando otras para para conseguir no emplear tanto tiempo en las actividades que nos ocupaban y liberarlo. ¿Y qué hemos hecho? Tomar todos los segundos, minutos y horas que se nos han liberado para ocuparlos con más actividades.
Lo curioso es que, al ocuparnos con tantas actividades, hemos aumentado nuestro nivel de estrés. Y ponía como ejemplo algo tan aparentemente tonto como lavar la ropa. A fin de cuentas, qué hacemos hoy para lavar la ropa. Cuando tenemos suficiente ropa de color o blanca o de según que tipo, las metemos juntas según su clasificación y en una máquina, le doy a un botón y ya me olvido hasta que tengo que tenderla.
¿Y qué ocurría antes? Prenda a prenda la tenías que lavar, frotando contra una pila si no tenías que ir al río para lavar. No digo que fuera mejor, pero sí que cada cosa requería su tiempo, y durante todo ese tiempo no había posibilidad de hacer otra cosa. Lo malo es que una vez liberado de esa carga, hemos ocupado ese tiempo libre de muchas otras ocupaciones.
Fíjate que me estoy acordando de que para cada actividad había distintos tipos de canciones que se cantaban mientras se hacían las actividades: cantes de lavanderas, de columpio, de trilla y siega… pero esto es otro tema.
Qué es la relajación
Para el masaje facial japonés es la base angular sobre el que se asientan los efectos y virtudes del masaje. Si no se alcanza un cierto nivel de relajación, no habremos conseguido nada. Al menos, nada en cuanto a la filosofía del masaje.
Pero, claro, para alcanzar algo, tenemos que saber qué es ese algo.
Desde un punto ideal, la relajación es una disminución de la tensión tanto física como mental.
Tensión física y mental… ¡vaya! ¿Y eso qué diablos es? Las palabras, ¿te acuerdas cuando en un episodio anterior dije que las palabras pueden describir cosas, pero no hacértelas sentir? Pues eso ocurre con las definiciones. Nos dan un marco mental de lo que son las cosas, pero a veces no nos permiten alcanzar de lleno lo que son en realidad, porque pertenecen (al menos en este caso) al mundo de las sensaciones.
La tensión es una faena y la incapacidad de deshacerse de ella es una faena y media.
Con la tensión nos vienen las contracturas y con ellas el dolor.
Aumenta el nivel de cortisol (la hormona del estrés).
Y aparecen otras cosas:
- Irritabilidad
- Cambios de humor
- Fatiga
- Dolores de cabeza
- Palpitaciones
- Hipertensión
- Disminuye el apetito
- Dolor muscular
- Calambres
Y estamos hablando del cortisol, porque hay otras hormonas que se disparan, con sus efectos colaterales.
Y con nuestro tipo de vida actual, el estrés se ha convertido en un compañero de viaje continuo, con lo cual siempre vivimos estresados y propensos a sufrir alguno de esos efectos.
Yo no sé relajarme (o qué tengo que hacer)
En las clases, obviamente, tengo que hablar de la relajación.
Llegado un momento, pregunto si alguna vez a sus clientes les piden que se relajen.
Vamos a ver, es lógico que lo pregunten, porque la mayoría de los masajes son más eficaces si la persona está relajada. Lo que pasa es que cuando lo preguntan, pueden pasar varias cosas:
Una, que la persona de la camilla empiece a moverse (yo suelo decir que les entra en baile de San vito), casi sin parar.
Dos, que digan: es que yo no sé relajarme
O tres: ¿Y qué tengo que hacer? (Preguntan).
¿Por qué suceden esas tres cosas?
Aunque no te puedo asegurar que realmente sea así, yo tengo una teoría. El verbo relajar es un verbo de acción. Yo puedo pedirle a alguien que se levante, que me traiga un vaso de agua…, que se relaje. Quedan en el mismo plano y las personas, cuando se les pide que se relajen, según creo, perciben que deben hacer algo para conseguirlo. El problema es que relajarse significa todo lo contrario.
En las clases suelo hacer un chascarrillo poniéndome en el lugar de la persona de la camilla a modo de diálogo:
-Relájate.
-Y qué tengo que hacer
– Nada
– ¿Entonces por qué me pides que haga algo?
No importa la capacidad o incapacidad de cada uno de relajarse, quien se tumba en una camilla lo hace, por lo general, porque no puede relajarse y eso le causa problemas. Vienen a nosotros para que les ayudemos a solucionar esos problemas.
O dicho de otra manera: nos pagan para que les relajemos nosotros.
¿Y cómo consigo que se relajen?
No te voy a dar técnica alguna, ni métodos concretos, ni nada por el estilo. Simplemente te voy a decir lo que yo hago, mi experiencia.
Conozco distintos tipos de relajación y métodos, pero al final, y teniendo en cuenta que solo procuro que reduzcan la tensión muscular durante la sesión, he tenido que buscarme la vida para conseguirlo sin estorbar a las personas o sin ponerlas atentas o alerta.
Desde mi punto de vista, un estado de atención, de alerta es un estado de tensión, que es justo lo contrario a lo que pretendo. Así que lo que hago es decirles que se tumben y descansen, que dejen reposar los brazos, la cabeza y que todo, absolutamente todo debe estar a su gusto. Como ya dije antes, el verbo relajar es un verbo de acción, por lo tanto no lo utilizo, más bien pido que suelten, que se suelten, que descansen, que me dejen mover su cabeza, sus brazos, lo que necesite mover.
La frustración
Hay veces que, como masajistas, vemos que no hemos logrado que se relajan y nos frustramos.
Mira, recuerdo una vez, cuando empezaba a dar masajes que en un masaje a una mujer, acabada la sesión, sentí una gran frustración: no había conseguido relajarla nada. Tú sabes, de esas cosas que sientes que ha pasado el tiempo y no ha servido de nada.
Pero cuando la mujer se levantó, va y dice: Uy, chiquillo, pero ¡qué bien, qué relajación!
Imagina mi perplejidad.
¿Qué había pasado?
Muchas veces ocurre que medimos en función de nuestras experiencias, de nuestros gustos y opiniones. Y me di cuenta de que en esa situación estaba pasando eso.
Yo tengo una capacidad muy buena de relajación y esa mujer se había relajado, no sé, tal vez la diez millonésima parte de lo que yo soy capaz. Y, para mí, eso es inapreciable. Pero para esa mujer, esa relajación tan aparentemente chiquita era un mundo y le hacía sentir de maravilla.
Relajarme, ¿para qué?
La relajación en sí misma es una maravilla. Te hace sentir bien, a partir de ahí, poco más se puede decir. Bueno, sí, se puede describir, pero en el mundo del masaje la clave está en sentir, y describir sensaciones… Pues tiene sus límites. Además, puede parecer que se está exagerando, o mintiendo y, encima, las sensaciones son personales e intransferibles: cada uno tiene la suya.
En la lista que te di antes de los efectos del estrés, pues léela y dale la vuelta a cada cosa, de modo que ya tienes una buena lista de beneficios. Ten en cuenta que por culpa de nuestro estilo de vida vivimos en un constante estrés.
Pero a mi me gusta describirlo de otra manera.
Y es que con todas las cosas que llevamos a cuesta, es como si cargáramos con una mochila llena de piedras. Claro, es un problema para la espalda, porque nos duele o nos molesta. Además, nos impide caminar bien, o ir ligeros. Encima, no me la puedo quitar ni de noche, con lo cual, dormir sobre una mochila repletas de pedruscos es complicado. Ahora piensa en que te puedas quitar esa mochila. Qué libertad, ¿verdad? Pues esa es la libertad que te ofrecen los masajes y la libertad que tú, como masajista, puedes ofrecer.
Masaje facial japonés y relajación
Para el masaje facial japonés la relajación es un medio, pero también un fin en sí mismo.
Un medio para conseguir los efectos tanto terapéuticos como estéticos que persigue, pero un fin en sí mismo, porque la relajación es una terapia más o menos sencilla que nos hace la vida mucho más ligera, más amable.
Además, como masajistas, nos hace sentir muy bien ir repartiendo dosis de relajación porque sientes de forma directa e inmediata que estás ayudando a las personas.
Así que si te gusta ayudar a las personas y te gusta el mundo de los masajes, te invito a que aprendas el masaje facial japonés como una herramienta maravillosa para ayudar a las personas.
Y si tienes alguna duda, alguna pregunta o alguna sugerencia, que quieras que aparezcan en este podcast escríbenos usando el formulario de contacto
Nos vemos o nos escuchamos el próximo episodio con un nuevo tema que seguro, seguro te interesará.
Hasta pronto.
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