Calmar la mente
Introducción
¿Qué ocurre cuando todo calla?
Aunque, ¿realmente todo calla y podemos paladear el silencio?
Mucho se dice de las personas que cada vez que entran en casa o a penas se levantan, ponen la tele, la radio o lo que sea, rompiendo el silencio.
¿Por qué?
Sí, ya sé que las causas pueden ser varias, pero casi siempre es para acallar a los fantasmas que llevamos dentro.
Aunque todos los fantasmas, en realidad son uno solo: yo. Y son esos pensamientos que van desbocadamente, girando y girando dentro de la cabeza, rebotando en las paredes internas del cráneo, creando ecos y ecos del mismo pensamiento; que, además, se cruzan con otros que se van generando.
Y al final, una marea de pensamientos que no paran, y no paran, y no paran y van a volverme loco.
Mente hiperactiva
Si te pasan esas cosas, tienes una mente hiperactiva. Y es una faena. Porque, además, nuestra forma de vida actual y moderna, no ayuda para nada, ya que vivimos inmersos en una constante maraña de estímulos. Muchos, no diré que infinitos, pero casi casi.
El mundo de la inmediatez
Hemos entrado en una época en la que queremos conseguir las cosas no lo antes posible, sino casi con efecto retroactivo. Nos hemos acostumbrado a no esperar casi nada por obtener cualquier cosa.
Y, además, conseguir algo es tan fácil.
Recuerdo el eslogan de kodak: usted apriete el botón, nosotros hacemos el resto. Y poco a poco hemos ido dejando de “hacer cosas”, para solamente tenerlas. Es verdad que las cosas se van haciendo muy complejas y que para utilizar un móvil no hace falta comprender cómo es por dentro y cómo funciona y por qué. Bueno, intentarlo con todo es imposible.
Pero entre los coches que se conducen sólos, los aparatos que cocinan por nosotros, el Chat gpt que puede solucionar tantas y tantas cosas, delegando una innumerable cantidad de trabajos intelectuales que desarrollan y mantienen nuestra capacidad cognitiva…
Ruido
Vamos a ver, no digo que sea malo. De hecho, creo que es bueno; pero dentro de un cierto equilibrio y sensatez.
Y, claro, tanto ruido a nuestro alrededor. Por cierto, eso me recuerda que me acaba de llegar un libro que me ha llamado mucho la atención titulado: Ruido, de Daniel Kahneman y que habla de los fallos en el juicio humano provocado por el ruido en los sistemas. Bueno, no tiene nada que ver con lo que aquí estoy tratando, pero me encanta el autor y lo tengo como referencia. Daniel Kahneman es el único premio nobel de economía que no es economista. De hecho, es psicólogo.
Pero volvamos a los estímulos
La hiperestimulación es un problema; entre otras cosas porque nos impide focalizar nuestra mente, y si nuestra mente no está focalizada, se pierde. Y creo que nuestra mente no necesita mucha ayuda para perderse.
Cada estímulo es una llamada de atención a nuestra mente. Obviamente, seleccionamos, porque no todo nos interesa, pero parte de nosotros se va hacia aquello que pugna por nuestra atención.
Pérdida de concentración
La capacidad de nuestra concentración es poca. De hecho, en muchas ocasiones, durante algunas explicaciones, cuando son un poco más largas, después de varias horas de clase; me doy perfecta cuenta cuando alguien mira, pero no ve.
Ha perdido su concentración. O cuando quiere practicar alguna técnica justo después de haberse explicado, pero no se acuerda de nada.
Afortunadamente, yo ya sé que ese es un fenómeno perfectamente natural y, por tanto, tengo herramientas para solventarlo; y es un momento delicado, porque la persona que está queriendo aprender, puede frustrarse y perder confianza en sí misma.
Y eso no es algo exclusivo de las clases, pasa constantemente.
La mente hiperactiva y el sueño
Por la noche, cuando nos acostamos, por lo general todo está en silencio. Y es cuando la mente se siente protagonista. Como si percibiera que no tiene que luchar contra nada ni contra nadie.
Y empieza a fabricar pensamientos, uno tras otro, sin parar…. Y qué difícil conciliar el sueño…
Y es así, muchas personas tienen la cabeza que no paran, y cuando intentan dormir, les cuesta una barbaridad.
Y qué podemos hacer
Mi consejo es aprender a focalizar. Pero para eso es necesario aislarnos, al menos un poco, de los estímulos. Apagar la televisión un poco más a menudo y durante más tiempo es una buena idea. Y también hacer tareas una a una. Es muy habitual hacer varias cosas a la vez. ¿Tenemos que trabajar o cocinar o lavar los platos? Pues con música. O con un televisor en la cocina cuando estamos allí.
Calmar el entorno
Pero, ¿y si le damos calma a nuestros oídos y lo hacemos en silencio? El silencio muchas veces es incómodo; pero justamente porque permite que oigamos nuestros pensamientos.
Siempre me ha parecido una buena idea, al finalizar el día, y antes de acostarnos, hacer una recapitulación del día: qué hemos hecho, en qué hemos acertado, en qué hemos errado. Y, finalmente, qué podemos hacer para evitar los errores del día y asumir que somos falibles, que volveremos a cometer errores; si bien, con el propósito de que no sean los mismos.
La calma del masajista
Una cosa muy frecuente es que mucha gente que hace el masaje facial japonés, me dicen que es como meditar, que se relajan, se concentran sin esfuerzo y la mente se va… Es decir: se calla.
Porque meditar es una buena manera de acallar la mente. Pero, cuidado, no debes sentarte y esforzarte en mantener encerrados los pensamientos: no puedes. Déjalos y céntrate en otra cosa. Por eso los ejercicios de respiración son tan buenos.
Diferentes culturas tienen herramientas muy buenas para ello: en el cristianismo, rezar el rosario, por ejemplo. Los mantras, en el budismo y en el taoísmo.
No importa tanto el sentido del texto, sino esa repetición de sonidos a modo de letanía que hace que el pensamiento se acalle, y que entremos en un estado casi de suspensión.
Y no es más que focalizar.
Recibir un masaje facial japonés
Y otra manera es recibir un masaje facial japonés
Es sorprendente que este masaje, que siempre digo que es relativamente modesto, tenga la capacidad de calmar la mente.
Al menos durante la sesión, que no es poco. Si bien es cierto que en muchas ocasiones, el beneficio puede durar varias horas. Vamos, un auténtico oasis para la mente.
Y en la confianza de que o no te pase, o si te ocurre, puedas encontrar la herramienta que te ayude a sobrepasarla, voy a ir terminando, que no quiero robarte mucho más tiempo. Eso sí, agradecerte tu escucha y espero que nos escuchemos la semana que viene.
Recuerda valorar el programa con todas las estrellas del firmamento.
Ah, y que somos kaobido, escuela de masaje facial japonés en donde más que aprender el masaje, tendrás la ayuda en el masaje y en mucho más, para que puedas no sólo aprenderlo, sino también rentabilizarlo.
Un fuerte abrazo y hasta la semana que viene.
En el silencio de la noche, he apartado mis cientos de pensamientos mientras leía y recordaba el efecto que el masaje facial japonés había tenido sobre mi clienta de la tarde, tan relajante, tan agradable, tan…
Muchas gracias, Marta, por tus palabras tan bonitas. El poder de calmar al masajista, no sólo a su cliente es una de las cosas que hacen del masaje facial japonés algo tan único,