
En el Masaje Facial Japonés, no sólo debemos aprender a mover las manos de una u otra manera. Nuestros dedos deben ser como alas de mariposas, que acarician la piel de nuestro rostro con levedad y firmeza, revoloteando por nuestra cara devolviendo la jovialidad, aportando firmeza a la vez que nos conducen a un estado profundo de tranquilidad, sosiego y paz interior.
Esto sólo puede aprenderse con tiempo, dedicación y enfocando todo nuestro trabajo en la persona que descansa en la camilla, teniendo conciencia plena de que cada toque en el rostro es un toque que puede afectar a todo su cuerpo, relajándolo, calmando también su mente. De esa forma, conseguiremos el objetivo último del Masaje Facial Japonés de equilibrar Cuerpo Mente y Espíritu.
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